blablablá, una mujer hambrienta, una sala silenciosa y el ciberamor
1.
en un vídeo viral de instagram que gustó a cuatro mil seiscientas dieciocho personas, rachel cusk dice que envidia a los artistas visuales porque el arte envejece mucho mejor que la palabra. yo estoy de acuerdo, al menos en parte. posiblemente tenga que ver con que las lenguas están vivas y se mueven a otra velocidad que las mentes de las personas. pero también tiene que ver con algo en lo que pienso mucho, que es el distinto nivel de exigencia que tengo en la escritura comparado con el que tengo con el dibujo y la pintura. soy mucho más exigente con la palabra. el esfuerzo que hago por cuestionar el lenguaje y el cuidado que pongo en su manejo es mayor, aunque eso no quiere decir que el resultado sea mejor.
creo que tiene que ver con que la palabra es nuestra herramienta para pensar y comunicarnos a diario, a todas horas. además, la palabra se encarna en una lengua concreta. eso quiere decir que está contaminada por sus usos sociales. moldeada, maleada, aplanada, vaciada y rellenada colectivamente. hace falta un esfuerzo añadido por limpiar la palabra y volverla abstracta y privada, acercarla realmente a nuestra visión particular del mundo. no es tanto encontrar una voz propia como encontrar la forma de hacer encajar nuestra mirada al lenguaje. (este proceso, creo, puede ser más directo y fácil en las artes visuales, aunque también requiera una búsqueda).
pero esto no siempre ocurre (salvo en la poesía), porque hacer ese esfuerzo no es necesariamente el objetivo de la literatura ni de los escritores en general, que en su mayoría prefieren el uso común y consensuado de la palabra para expresarse claramente, para contar una historia. me parece bien. pero eso hace que sus palabras estén muy pegadas al momento y beban mucho más del “aire del tiempo”, del contexto social, que de su propia cabeza (de lo que de verdad hay suyo en su cabeza). de ahí, pienso, que los textos envejezcan pronto (aunque no todos).
hacer ese esfuerzo es mi objetivo primordial, porque de ninguna de las maneras el lenguaje común de una lengua refleja quién soy ni lo que tengo dentro de la cabeza. no siento que el lenguaje social me represente. (para empezar, mi forma de pensar está en parte moldeada por dos lenguas muy distintas entre sí y por la vivencia del desarraigo).
pero la palabra es la palabra y sólo se puede modificar hasta cierto punto sin que pierda fuerza. puede que incluso no sea cosa del lenguaje, que es un organismo vivo y flexible, sino de la medida en que el escritor quiere o puede hacer ese esfuerzo por cuestionar su uso social, y del esfuerzo del lector por entender esos otros usos. es decir, son dos esfuerzos:
demasiado.
demasiado esfuerzo para nada.
para entender a una persona, un libro, entre billones que hay en el mundo.
pero ese es el equilibrio justo y difícil. si la sociedad empezara a tolerar ese nuevo uso del lenguaje, el mío propio, entonces dejaría de representarme.
así es como escribí “tratado de geometría”, haciendo ese esfuerzo, aunque tímido y perezoso, creo. puede que insuficiente.
yo lo llamo escritura abstracta.
las lenguas como manifestaciones de una cultura se arraigan y crecen en lo concreto, y cuanto más concreta es una palabra en una lengua, más específica es de su cultura. por eso yo me reconozco mejor en la abstracción, en las palabras que no se aferran a ninguna tierra.
así es como pienso, también, aunque muchas veces me sienta forzada a hablar como si fuera un títere al que el ventrílocuo de la sociedad le pone voz.
eso no quiere decir que mi forma de escribir sea inmune al envejecimiento, ni mucho menos. de hecho, mi libro ya ha envejecido. ya hay cosas que hoy escribiría de otra manera.
pero basta de esto, qué aburrimiento.
2.
se me ha ocurrido una tontería.
me encantan las tonterías.
una página de mi cuaderno
3.
hace tiempo que temo a la primavera. no veo nada de la dulzura que dicen que tiene, ni todas esas cursilerías que se le atribuyen. para mí, la primavera es la peor época del año. traicionera, cruel, excesiva. un día hace calor y al otro, frío. un día de sol radiante es seguido de seis días de lluvia o cellisca. el viento sopla fuerte y alborota las ideas. la lluvia es machacona y cuando por fin sale el sol, te mata la alergia. es una fuerza extrema.
en la medicina china tradicional se dice que en primavera la sangre casi no llega a la cabeza (o algo así). nos volvemos tontos, o locos.
y está el viejo refrán español.
leí en algún sitio que es en primavera cuando más brotes psicóticos se dan.
las enfermedades autoinmunes también brotan como flores.
las migrañas nacen como polluelos hambrientos.
el viento transporta las semillas y enloquece a las personas.
las alergias causan depresión.
y hambre
y sed
no sé qué tiene de bueno la primavera.
((aunque un poco de hambre y de sed no están mal))
4.
hace dos semanas fui a ver una exposición y acabé viendo tres porque estaban todas juntas, como bandejas de pollo en la sección del pollo de un supermercado. en estas galerías de chelsea nadie habla con nadie, no hay mujeres sin dientes ni calvas ni un poquito interesantes ni señores haciendo aspavientos detrás de una columna. es todo pulcro y silencioso, y cuando preguntas algo a las chicas de la mesa, se miran entre ellas y te dicen que no saben.
pero no importa. los cuadros te cuentan cosas.









5.
me gustan los cortometrajes de micaela durand y daniel chew. o eso creo, no he podido ver ninguno entero porque no estoy suscrita a las plataformas adecuadas.
tratan de las relaciones de amor o pseudo-amor que se gestan dentro del teléfono móvil.
aquí una entrevista interesante que le concedieron a criterion.