Fotografié a Fred Moten leyendo.
Tenía un libro con una dedicatoria de Fred Moten, pero ese libro lo perdí. Era un libro azul y apaisado, casi tan grande como un periódico pequeño y estaba lleno de espacios en blanco. Y, entre medias, unos poemas que parecían canciones que se escuchan en un patio interior.
Fui a ver a Fred Moten no para que me dedicara el libro sino para oírle leer sus poemas. Spoken word.
Al final del evento me acerqué a él y hablamos durante cuatro minutos y medio. Le pregunté por Kitaro Nishida, un filósofo japonés cuyo concepto de la nada él aplica a la negritud. “Sé muy poco de Nishida”, me dijo sonriendo, con su modestia característica. “Lo poco que sé, me lo enseñó xxx”. No recuerdo el nombre que me dijo, era un profesor de UC Riverside. “Pero me fascina Nishida y lo he incorporado a mi forma de pensar”. Algo así me dijo, pero con más elegancia.
Para quien no lo conozca, Fred Moten es una mente extraordinaria. Lo que escribe siempre está entre lo poético, lo musical, lo político y lo profundamente filosófico. Un discípulo aventajado de Édouard Glissant. Y, como Glissant, propone una visión del mundo visto desde la periferia, aunque su posición es la de opinar desde “ningún lugar”.
“without standing from no standpoint, to think outside the desire of standpoint”
Su crítica es cercana al neomarxismo pero compensa las limitaciones del análisis macroestructural con lo vital, lo festivo y rítmico y lo fundamentalmente poético (los pensadores negros son, en mi opinión, quienes traen la crítica más lúcida del mundo angloparlante).
Yo pienso que lo poético debe siempre prevalecer sobre lo político, porque lo político es efímero y rígido y se tuerce en cualquier momento, mientras que lo poético es atemporal y alcanza verdades a las que no llega ningún otro lenguaje verbal. La crítica política y cultural de Moten es poética, opaca y densa y llena de razonamientos complejos.
Nishida es un filósofo japonés muy interesante y muy poco conocido. Si yo lo conozco es porque era el tema de sobremesa en mi casa cuando yo era adolescente. Por entonces vivíamos en París y mi padre daba clases en la universidad pública y estaba traduciendo un libro sobre Nishida.
Si Moten sabe poco sobre Nishida, yo sé aún menos. Lo poco que sé es que aunó la filosofía “occidental” con la oriental, sobre todo la budista, y propuso una lógica distinta a la aristotélica. Su aportación más interesante es la de basho 場所, una visión particular del lugar o topos. Primero lo aplica a la sintaxis y luego lo extrapola a una forma de ver el mundo. Por ejemplo, simplificando: si yo digo “yo soy una mujer”, en la lógica occidental el predicado (“una mujer”) se identifica con el sujeto a través del verbo ser. Sujeto y predicado tienen el mismo peso, la misma sustancia, y se refieren por igual a un mismo sujeto. De hecho, el predicado es tan sujeto como el sujeto (mujer frente a yo). Pero Nishida dice que esto es un fallo de la lógica aristotélica, porque el sujeto y el predicado, lo particular y lo universal en este caso, no pueden ser idénticos. No pueden ser igual de sustancia. De hecho, para Nishida, el predicado no es sustancia, sino un lugar —topos— (basho 場所), el lugar que ocupa el sujeto en un momento determinado. Es decir, ahora el sujeto “yo” está ocupando el lugar “mujer”. Pero cuando no está ocupado por ningún sujeto, el predicado está vacío, es la nada budista, o mu 無, que es básicamente la ausencia de conceptos. En cambio, es susceptible de ser ocupado por cualquier sujeto.
(Mi padre escribió sobre esto en “Cahiers d'études japonaises” del Insituto de Lenguas y Civilizaciones Orientales de la Sorbona, pero no veo que esté digitalizado).
Pienso que, a efectos prácticos, esto hace que el sujeto (identidad) pueda entenderse como algo mucho más fluido.
Su obra más conocida es “La lógica del topos y la cosmovisión religiosa”. La única versión en español que he encontrado está incluida en el segundo volumen de “La otra filosofía japonesa”, de Agustín Jacinto Zavala, editorial Conaculta, México. No he leído este libro y desconozco si quien ha recopilado los textos es también el traductor.
En “Blackness and Nothingness”, un precioso ensayo sobre la esclavitud, Moten relaciona la negritud con la nada. (No he encontrado una traducción al español).
It’s terrible to have come from nothing but the sea (…).
If the slave is, in the end and in essence, nothing, what remains is the necessity of an investigation of that nothingness. (…)
What is the nothingness, which is to say the blackness, of the slave that it is not reducible to what they did, though what they did is irreducible in it?
Moten quiere referirse a esta nada, a la nada budista reinterpretada por Nishida. Una nada con todo el potencial de lo posible.
Hay pocos libros de Moten disponibles en español, pero veo que sí está su ensayo The Undercommons, traducido como “Los abajocomunes” por Juan Pablo Anaya, Cristina Rivera Garza y Marta Malo en México, cómo no. Este es un ensayo que Moten publicó bajo licencia Creative Commons, es decir, está libre de derechos y se puede descargar gratis. En él, Moten, que es profesor de universidad, asume su propia contradicción y hace una crítica feroz a la capitalización lucrativa del sistema universitario y académico de EEUU.
Propuse traducir a Moten, para variar, a un par de editoriales españolas, pero nada. Tampoco sé si sería capaz de traducirlo.