1.



mi novela ha salido del nido y ha echado a volar.
la escribí durante el confinamiento (en 2020) y la decoré con dibujos. cada página tiene un dibujo. le dije a legna que son como sus tatuajes, como una mujer tatuada.
los editores de mrs danvers han sacado una edición muy bonita (gracias, yago y miguel). el papel, la encuadernación, la impresión, todo ha quedado bonito. yago y miguel me dejaron hacer todo lo que quise al tiempo que hicieron algunas sugerencias. me dejaron usar la tipografía que yo quería, la maqueta que me dio la gana. editores así de libres, sin miedo al mercado, son muy escasos y muy valiosos.
ya está empezando a llegar a librerías de toda España (y ojalá algún día de Latinoamérica). también se puede encontrar en https://mistergriffin.es/libros/tratado-de-geometria/
(perdón por la promoción)
2.
méxico fue un sueño, o eso creí.
fue una ensoñación lúcida, una verdad que encontré en el fondo de una especie de maldición, dentro de una habitación, como un tesoro de indiana jones.
hubo delirio y fuego, un dolor tozudo. hubo caminos y destellos de luz que me revelaron realidades que habían permanecido ocultas. méxico me derrotó y me abrió y me dejó estupefacta.
(según escribo esto pienso que sueno a uno de esos turistas bobos que van a la india a encontrarse a sí mismos).
dicen que fue el mal de altura, pero hubo algo más.
hubo algún tipo de magia, algo bonito, esa verdad que me acompañó y que he traído conmigo de vuelta a nueva york.
jacarandas.
por momentos sentí que había viajado en el tiempo y que me encontraba en lima. me vinieron imágenes que no soy consciente de haber recordado nunca. las dos ciudades se superpusieron en mi cabeza y fue una sensación muy extraña. estaba caminando por portales en cdmx y al mismo tiempo estaba caminando por la avenida nicaragua en lima, sólo que aquí no había (al menos en los barrios que visité) soldados armados en las esquinas, ni toque de queda, ni esa violencia que se palpaba en el aire. (afortunadamente).
comí huevos de hormiga. me dijo cumi que son huevos de una hormiga con unas alas tristes e inútiles, incapaces de volar.
mi habitación de hotel tembló durante un seísmo y pensé que era yo la que temblaba.
francés
envinado
mil hojas
imposible
3.
cumi me enseñó su barrio y una panadería con un caballito blanco dentro y un bar llamado El Compadre.
fuimos a un mercadillo de cosas usadas y encontré unos ejemplares antiguos de Condorito. la última vez que lo leí fue cuando tenía diez años y enfermé de tifus. es algo que he contado muchas veces: al final de nuestra estancia en perú nos fuimos a chile a pasar una semana en la montaña, pero al poco de llegar me brotó la enfermedad y tuvimos que quedarnos unas semanas más. apenas tengo recuerdos de los días de más fiebre pero luego, cuando ya estaba mejor pero todavía floja para caminar, me pasaba el día aburrida en la habitación de la cabaña en la que nos hospedábamos y lo único que había cerca en aquel pueblo era un quiosco y un puesto de polos Savory, así que mis padres me traían de vez en cuando un polo y un Condorito. no me gustaba nada Condorito pero era lo único que tenía para leer y hacer.
y ahora que estoy todo menos aburrida vuelvo a tener uno en mis manos.
4.
andrea chapela me llevó a dos librerías. el péndulo en san andrés y utópicas en coyoacán. llevaba tiempo detrás de los libros de verónica gerber y de gris tormenta y los encontré. de gris tormenta me llevé uno sobre astronautas, porque así es como me siento muchas veces.
“Escribía con la escafandra puesta, sin quitarme el guante hermético, con un lápiz común de grafito. Escribir era fácil y las frases se acomodaban una tras otra sobre el papel de la bitácora. Olvidando dónde y en qué situación me encontraba, puse el lápiz a un lado y en ese momento se alejó flotando. No intenté atraparlo”. (Yuri Gagarin)
escribir con una escafandra en el desierto es un sueño que tengo.
el frío que sentí en cdmx por la noche era de astronauta perdido en el espacio, como si tuviera todo ese vacío alrededor de mí.
andrea me regaló estos libros:
5.
fue bonito compartir eventos con Yu Miri y con Matías Chiappe, del Colegio de México, a pesar de la horripilante migraña que me dio el mal de altura durante varios días.
Miri me regaló esta cerámica de Minami-Sōma.
llegué con un equipaje y me fui con otro, en todos los sentidos.
y qué ganas de leer tu novela!!!!! enhorabuena!!!!!!
ay, Andrea Chapela. La conocí hace algunos años en Madrid y me fascinan sus libros (pero Grados de miopía no lo he leído).